Hoy contamos con la presencia de David Espín, doctorado en geografía, investigador climatológico en la universidad de Murcia y especialista en riesgos naturales junto a Salvador Sánchez, técnico en emergencias y protección civil y coordinador jefe de protección civil en la localidad de Bullas.
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La DANA de octubre de 2024 en Valencia: un desastre sin precedentes
El 29 de octubre de 2024, la Comunidad Valenciana enfrentó una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que desencadenó lluvias torrenciales y devastadoras inundaciones. Este evento meteorológico extremo dejó una huella imborrable en la región, afectando gravemente a la población, la infraestructura y la economía local.
Desarrollo de la DANA y su impacto en Valencia
Desde primeras horas de la mañana del 29 de octubre, las precipitaciones intensas comenzaron a azotar el interior de la provincia de Valencia, especialmente en áreas montañosas cercanas a la provincia de Cuenca. Estas lluvias provocaron el desbordamiento de varios ríos y barrancos, causando inundaciones en múltiples localidades. Municipios como Chiva y Utiel registraron precipitaciones acumuladas cercanas a los 500 mm en un solo día, lo que llevó al desbordamiento de ríos y a inundaciones que alcanzaron hasta tres metros de altura en algunas zonas.
Uno de los registros más impactantes se produjo en Turís, donde se alcanzaron 771 litros por metro cuadrado en 24 horas, de los cuales 185 litros se acumularon en tan solo una hora, estableciendo un récord histórico en España.
Víctimas mortales y desaparecidos
La magnitud de la catástrofe se reflejó en la trágica pérdida de vidas humanas. Según los datos oficiales, el número de fallecidos ascendió a 224 personas, mientras que tres personas permanecen desaparecidas. La mayoría de las víctimas se concentraron en la Comunidad Valenciana, aunque también se registraron decesos en otras regiones afectadas. La identificación de las víctimas ha sido un proceso complejo debido a la magnitud del desastre.
Respuesta de las autoridades y gestión de la emergencia
A pesar de las advertencias meteorológicas emitidas por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) desde primeras horas del día, la respuesta de las autoridades fue objeto de críticas. No fue hasta las 20:11 horas cuando la Generalitat Valenciana activó el sistema de alerta ES-Alert, enviando un mensaje a los teléfonos móviles de la provincia para advertir a la población del riesgo inminente. Esta decisión fue tomada por el Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi), dirigido en ese momento por la entonces consejera de Interior y Justicia, Salomé Pradas, quien fue cesada cuatro semanas después de la catástrofe.
La gestión de la emergencia generó controversia, especialmente en torno a la actuación del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, cuyo paradero durante las horas críticas del desastre sigue sin esclarecerse. El PSPV ha solicitado detalles sobre sus desplazamientos, pero la información proporcionada ha sido limitada, lo que ha suscitado críticas por la falta de transparencia en la gestión de la crisis.
Consecuencias económicas y sociales
El impacto de la DANA en la economía local fue devastador. El sector del ocio en Valencia sufrió pérdidas significativas, con numerosos bares y restaurantes reabriendo lentamente, mientras que otros, especialmente pubs y locales de música, enfrentaron dificultades para retomar sus actividades debido a los elevados costos de reparación. Víctor Pérez, representante de la Federación de Ocio, Turismo y Juego de la Comunidad Valenciana (FOTUR), destacó la necesidad de agilizar las ayudas públicas, ya que hasta ese momento la mayoría de los apoyos habían sido de carácter privado.
Además, la DANA provocó la activación de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), protegiendo a 31.442 trabajadores en la Comunidad Valenciana. A nivel nacional, 189.203 empleados se vieron afectados por cambios laborales como despidos, suspensiones de contrato o reducciones de jornada, siendo la Comunidad Valenciana la más afectada por este fenómeno meteorológico.
En el ámbito agrícola, el lodo arrastrado por la riada enriqueció el suelo del humedal de la Albufera, mejorando la calidad del arroz cultivado en la región. Santos Ruiz, gerente del consejo regulador de la Denominación de Origen Arroz de Valencia, señaló que, a pesar de los daños en infraestructuras, se espera que la próxima campaña sea de alta calidad.
Esfuerzos de recuperación y solidaridad comunitaria
A pesar de la magnitud del desastre, la comunidad valenciana mostró una notable resiliencia y solidaridad. Empresas locales, como Muebles La Fábrica, agradecieron el apoyo recibido tras la inundación de su almacén en Quart de Poblet. Gracias a la colaboración de empleados, proveedores, amigos y voluntarios, la empresa pudo reanudar sus actividades en tiempo récord, ofreciendo descuentos especiales y contratando a dos de los voluntarios que participaron en las labores de limpieza.
Asimismo, el barrio de La Torre en Valencia recuperó su campo de fútbol, que había sido devastado por la DANA. Este proyecto fue posible gracias a la financiación de la Fundación Trinidad Alfonso y la colaboración del Villarreal CF y el Ayuntamiento de Valencia. La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, destacó la rapidez en la recuperación y la importancia de devolver la normalidad a una zona tan afectada.
En el ámbito laboral, el Gobierno español anunció la regularización de aproximadamente 25.000 inmigrantes afectados por la DANA en la Comunidad Valenciana. Esta medida busca otorgar permisos de residencia y trabajo por un año a los inmigrantes afectados, así como a sus familiares directos, facilitando su integración y acceso a recursos durante el proceso de recuperación.
Lecciones aprendidas y medidas futuras
La DANA de octubre de 2024 puso de manifiesto la necesidad de mejorar los sistemas de alerta temprana y la gestión de emergencias en la Comunidad Valenciana. La falta de una respuesta oportuna y la insuficiente infraestructura de prevención evidenciaron áreas críticas que requieren atención. Es imperativo que las autoridades locales y regionales implementen medidas preventivas más efectivas, fortalezcan la infraestructura y aseguren una comunicación eficiente con la ciudadanía para minimizar el impacto de futuros eventos meteorológicos extremos.
Además, es esencial fomentar la colaboración.

